Del mismo modo que el ser humano difícilmente detecta cualidades como la juventud o la belleza en los gatos (todos los gatos se nos antojan iguales), los gatos tampoco detectan diferencias entre los humanos. No hace mucho me visitaron por primera vez en mi casa un anciano de noventa y tres años, ex militar tullido y desfigurado, y su nieta, una joven y bellísima actriz. Mi gato eligió sentarse encima del anciano.
'Sobre los gatos' - Antonio Fernández York.-
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