-- El señor Hemingway dice algunas cosa que no comprendo -dijo Matilda-. Especialmente sobre hombres y mujeres. Pero, a pesar de eso, me ha encantado. La forma como cuenta las cosas hace que me sienta como si estuviera observando todo lo que pasa.
-- Un buen escritor siempre te hace sentir de esa forma -dijo la señora Phelps-. Y no te preocupes por las cosas que no entiendas. Deja que te envuelvan
las palabras, como la música.
-- Sí, sí.
-- ¿Sabías -le preguntó la señora Phelps- que las bibliotecas públicas como ésta te permiten llevar libros prestados a casa?
-- No lo sabía -dijo Matilda-. ¿Podría hacerlo?
-- Naturalmente -dijo la señora Phelps-. Cuando hayas elegido el libro que quieras, tráemelo para que yo tome nota y es tuyo durante dos semanas. Si lo deseas, puedes llevarte más de uno.
A partir de entonces, Matilda solo iba a la biblioteca una vez por semana, para sacar nuevos libros y devolver los anteriores. Su pequeño dormitorio lo convirtió en sala de lectura y allí se sentaba y leía la mayoría de las tardes, a menudo con un tazón de chocolate caliente al lado.
'La lectora de libros' de Matilda (Fragmento) - Roald Dahl.-
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