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martes, 30 de octubre de 2012


  Sorpresas, zancadillas, fisuras, palabras no esperadas, novelas de caballería que se vuelven parodia, mensajes cifrados, claves ocultas escondidas detrás de los textos, desafíos, cadencias, bromas.
  En fin, otras lecturas, y un lector que va creciendo, se torna más protagónico y ya no se limita a devorar intrigas sino que más bien degusta y paladea. Más flexible, más dispuesto a desviarse si el texto promete un descubrimiento. Más astuto, menos "digestivo", más difícil de contentar, hasta feroz de a ratos. Un lector al acecho. Uno de esos lectores perturbables y perturbadores que hacen que la escritura valga la pena.



'El destello de una palabra' de La frontera indómita. En torno a la construcción y defensa del espacio poético - Graciela Montes.-

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