Me senté en las frías losas del patio mientras contemplaba a Dios moverse debajo del periódico. Me tapé los hombros con la manta. El cielo se veía oscuro, vasto, vacío; ni un solo avión perturbaba aquella triste calma, ni siquiera una estrella. El vacío de arriba ahora era mío, interior. Formaba parte de mí, como una peca, como un moretón, como un segundo nombre que nadie conocía.
'Cuando Dios era un conejo' (Fragmento) - Sarah Winman.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario